viernes, 13 de diciembre de 2019

El mito de Aracne

¡Hola! Salvete omnes! Mi nombre es Hécate, administradora de La encrucijada de Hécate, un espacio en el que hablo sobre mitología y literatura. Y precisamente hoy me han invitado (¡mil gracias madrigueritos!) para hablar de estas dos cosas.

La próxima lectura que caerá en manos de este club de lectura es Aracnefobia, de Celia Añó Espí. Es un bolsilibro que habla de la historia de Aracne, la integrante de una familia muy importante cuyo sello no es otro que la araña. Bien, hoy vengo a hablaros de una muchacha también famosa, pero no por su linaje, sino por sus habilidades. Su nombre también es Aracne y es la protagonista de un mito griego con muchos hilos, arañas e historias de orgullo. ¿Veis el entramado?

El mito es tan conocido que Velázquez lo representó en Las hilanderas, antes conocido como La fábula de Aracne y espero que hoy queráis descubrir conmigo la historia que esconde.

Aracne, habitante de la Antigua Grecia, conocida por sus habilidades tejiendo, era admirada por las ninfas mientras trabajaba. Su fama y habilidad era tal que se atrevió a compararse con Atenea, diosa de la sabiduría y las artes. Se había rumoreado que ella misma había sido maestra de Aracne, pero esta última lo negó.
La afrenta no tardó en llegar a oídos de Atenea, que decidió presentarse disfrazada de anciana. Entabló conversación con Aracne recomendándole que se disculpara y pidiera perdón; una humana no debía compararse con una diosa. Aracne, orgullosa, se negó a disculparse y además lanzó un desafió a la diosa. Así pues, Atenea, diosa conocida por su orgullo y sus castigos, se deshizo de su disfraz sorprendiendo a las presentes y empezó la competición. Este mismo momento es el que podéis ver representado en el cuadro. La figura del fondo con el casco no es otra que Atenea.

Atenea bordó la imagen de los dioses en la Acrópolis de Atenas, una ciudad que protegía y por la que se había disputado con su tío Poseidón. Encuadró la imagen con cuatro representaciones de diferentes castigos que había administrado a quienes le habían desafiado. Por su parte, Aracne fue muy provocadora al tejer imágenes de los pecados y faltas de los dioses, prestando especial atención en las graves faltas de Zeus, padre de la diosa.

Cuando terminaron sus obras, Aracne venció. Atenea la molió a palos, tan fuerte que Aracne intentó acabar con todo ahorcándose. Viendo esto, Atenea decidió que pasaría la vida colgada y tejiendo; la transformó en araña gracias a una hierba de la diosa Hécate. Esta, en líneas generales, es la historia de Aracne. Detrás de esta hay mucho más: simbología como la relación entre la edad y la experiencia, o detalles del bordado que esconden alegorías…Pero si queréis descubrirlo os invito a leer las siguientes fuentes (que son en las que me he basado): Las metamorfosis, libro VI, de Ovidio; Narraciones de mitos clásicos, de Margalida Capellá o Mitología griega y romana, de Jean Humbert.

Con esto me despido y os invito a leer Aracnefobia, la razón de ser de esta entrada en este espacio. Os prometo que es una lectura chocante, rápida y que no deja indiferente. ¡Nos vemos próximamente!

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